El desplazamiento de fronteras, pienso, abre discusiones, pero cierra bocas. El elemento diferenciador de la humanidad para con el resto de los mamíferos, sociales o no, se promedia con la capacidad de imaginar constructos sociales no afines al sentido común.
Imaginate la épica personal de un delfín que después de asumir el estrellato en su manada, decide probar suerte entre las orcas y, tras posicionarse cómo estrella entre sus predadores naturales, se encuentra nadando con un nutrido grupo de ambas especies en las aguas atestadas de caimanes de un delta limítrofe entre el salado mar abierto y el dulce agua de río. Algo cómo desde el río hasta el mar, en el agua, pero igual con botas.
Son delfinas y orcas, ¿Como van a estar usando botas? Cómo los gatos: ingeniándoselas. Esto no lo entendió Santa Anna, y sí lo hubiera hecho, tampoco tenía mucha posibilidad de que el último capítulo de su épica fuera distinto.